martes, enero 25, 2011

Cabilaciones


"La ignorancia puede ser maravillosa cuando el conocimiento implica dolor..."


Era miércoles, un día cualquiera en su vida cualquiera. Era un "donnadie" que vagaba por el mundo en busca de su lugar, bucólico estúpido que ansiaba un final feliz en su vida. Pero este no terminaba de llegar.
Aun así, sentía lo más cercano a la felicidad que uno pudiera conocer. Podía sentirse afortunado. En estos días, quizá el bien más ansiado sea esa, la felicidad. Algo tan efímero e intangible, que no muchos consiguen encontrar en toda su plenitud.

Ademas, podía presumir de tener una familia que le respetaba y le quería. Entonces, "qué hay de malo en él?" podríais pensar. Pues bien, lo cierto es que el mayor problema de nuestro protagonista era que sabía demasiado. Su mente era despierta, audaz, insaciable de conocimiento y con una curiosidad que nada podría envidiar a la de un niño.
Le encantaba aprender, fuera de quien fuera, con la premisa máxima de que cualquiera tiene algo que enseñar, no importa la edad, sexo, raza o condición.

Era de esas personas que sabía escuchar. No trataba de imponer su conocimiento, sino que escuchaba las opiniones que le rodeaban, hacía su juicio y la exponía.

En ocasiones, y debido a la pasión con que abordaba ciertos temas, podía tratársele de "sabiondo", "listillo" u otro de los muchos calificativos de esta índole. Por supuesto, esa no era su intención, y podía afectarle demasiado. A decir verdad, se trataba de una persona bastante sensible, pues ,al igual que con las opiniones sobre otros temas más irrelevantes, trataba siempre de escuchar cualquiera que fuera la crítica hacia su persona. El problema es que pocas veces hacía un filtro sobre la procedencia de los "juicios" y esto generaba en él grandes fluctuaciones en su estabilidad emocional.

Aún así, la experiencia es ese gran aliado que selecciona aquellas cosas que de verdad son necesarias y las instaura en nuestra personalidad. Pero hay cosas que no cambian con el tiempo y se convierte en parte de nuestro equipaje por la vida... Las escondemos en el fondo de nuestro corazón y pretendemos aparentar que no existen. Y llega un punto en que creemos que lo hemos conseguido, pero, como todo explosivo, solo es necesario el detonante adecuado para que salga a la luz, en todo su esplendor, como si no hubiera envejecido, marchitado y perdido su efecto... A veces nosotros mismos podemos ser nuestro peor enemigo.

Pero nuestro amigo no cesa en su empeño de seguir aprendiendo, incluso de él mismo, de su presente y pasado, y es que, a fin de cuentas, nuestro presente no es mas que una serie de elecciones del pasado. Para bien o para mal, queridos lectores, no somos mas que un cúmulo de decisiones (tanto acertadas, como erróneas) que nos constituye como persona y que, en cierta medida, condiciona nuestro futuro.

Por tanto, realmente no podemos decir que nuestro protagonista sea ni totalmente afortunado, ni totalmente desgraciado de tener ese gusto por el conocimiento. A fin de cuentas, el conocimiento y la felicidad no siempre van de la mano y es que, al final, los hombres mas inteligentes de la historia, han sido los más locos.

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